¿QUÉ ES LA ANSIEDAD POR LA ENFERMEDAD O HIPOCONDRÍA?

Se trata de un trastorno mental caracterizado por la elevada preocupación o temor a tener una enfermedad grave, a partir de la interpretación personal de síntomas físicos o somáticos. El trastorno ocasiona una elevada ansiedad y un estado de alerta y vigilancia del propio cuerpo. Conlleva múltiples conductas con la finalidad de reducir la preocupación y los pensamientos o intrusiones mentales, relacionados con la enfermedad, por ejemplo: visitas frecuentes al médico o evitación de cualquier situación que pueda llevar a pensar en enfermedades, autoexploración frecuente del cuerpo para descartar síntomas de alarma, búsqueda de tranquilización por las personas allegadas, etc.

¿QUÉ SÍNTOMAS SON LOS MÁS HABITUALES EN LA ANSIEDAD POR LA ENFERMEDAD?

Como en otros problemas de ansiedad, el trastorno de ansiedad por la enfermedad se caracteriza por un patrón característico de cogniciones (pensamientos), síntomas físicos de ansiedad y conductas para intentar reducir el malestar.

Los síntomas cognitivos característicos son la creencia y preocupación respecto a padecer una enfermedad física grave (frecuentemente identificada como un “cáncer”), que habitualmente se desencadena a partir de la interpretación personal de síntomas o sensaciones físicas. Es frecuente que la creencia o la duda se mantengan o reaparezcan, a pesar de que se haya descartado por parte del personal médico que los síntomas sean consecuencia de alguna enfermedad grave o importante.

La intensidad de la preocupación y el convencimiento de padecer una enfermedad grave puede ser muy variable a lo largo del tiempo. También es habitual que los síntomas que generan la preocupación puedan cambiar a lo largo del trastorno.

El temor a la enfermedad a veces se centra en el desenlace (miedo a la muerte), pero en otras ocasiones, puede estar más centrado en el proceso de enfermedad y el sufrimiento que ocasionaría padecerla.

A nivel de la reacción física de ansiedad, los síntomas son similares a los que se sufren en otros problemas de ansiedad, por ejemplo: inquietud, nerviosismo, aceleración del ritmo cardíaco y la respiración, tensión muscular, ahogo, etc.

Respecto a las conductas o el modo de afrontamiento con el que la persona intenta desconfirmar que tiene una enfermedad, es muy habitual que se den conductas de búsqueda de reaseguración de no estar enfermo, como son la tranquilización por parte del médico o familiares, la búsqueda información en internet, o la observación continuada de los cambios corporales. Respecto a la búsqueda de tranquilización médica, suelen darse dos tipos de conductas, personas que buscan ante cualquier síntoma información médica para desconfirmar que no están enfermos y, por otro lado, personas que evitan cualquier tipo de revisión médica porque temen que les confirmarán sus miedos de que padecen una enfermedad grave.

ENTONCES, ¿PREOCUPARSE POR LA ENFERMEDAD ES UN TRASTORNO MENTAL?

La salud es una de nuestras preocupaciones principales y es de carácter universal. Preocuparse por la enfermedad ante dolores o síntomas desconocidos, en situaciones de estrés o cuando nos encontramos deprimidos, es habitual y, por sí mismo, no constituye un trastorno. Es frecuente que muchas personas padezcan síntomas de ansiedad por la salud transitorios que no deben entenderse por sí mismos como un trastorno mental.

Las preocupaciones por la salud deben entenderse como trastorno mental cuando se prolongan en el tiempo, generan elevado malestar e interfieren significativamente en la vida de una persona. Y deben ser diagnosticadas por un profesional de salud mental.

¿SE NACE O SE HACE HIPOCONDRÍACO?

Las causas de los trastornos mentales, entre ellos la hipocondría, son muy complejas y, en gran medida, desconocidas. En la hipocondría, al igual que en otros problemas de ansiedad, puede haber una predisposición genética. Además, sabemos también que hay factores ambientales o de aprendizaje que pueden ser centrales. A veces la experiencia temprana de enfermedad de uno de los progenitores, una enfermedad desde niño, una experiencia de muerte de uno de los padres, o un excesivo cuidado de los padres ante la salud, pueden ser factores que predisponen y que, por lo tanto, son factores ambientales que pueden estar relacionados con el desarrollo del trastorno. No obstante, será la confluencia de componentes genéticos, fisiológicos, psicológicos (especialmente de tipo cognitivo), sociales e interpersonales la que favorecerá el desarrollo de la hipocondría. Los expertos están de acuerdo en la relevancia que tiene en el desarrollo de la hipocondría la interpretación incorrecta de signos y sensaciones físicas como señal inequívoca de enfermedad, por lo que las variables cognitivas tienen un gran peso en el desarrollo de este trastorno.

¿CÓMO PUEDO SABER SI MI PREOCUPACIÓN ES NORMAL O ES UN TRASTORNO MENTAL?

Para saber si su preocupación es normal o excesiva debería consultarlo con un profesional sanitario. En nuestro sistema público de salud es su médico de Atención Primaria quien debe valorarlo en primer lugar y decidir si requiere una evaluación y/o tratamiento por un especialista de salud mental (psicólogo clínico o psiquiatra).

¿CÓMO DE FRECUENTE ES LA HIPOCONDRÍA?

No disponemos de datos precisos, los estudios más relevantes estiman que la frecuencia de aparición de la hipocondría en contextos no clínicos se sitúa entre un 0,02 y un 7,7%. Otros estudios sugieren que entre un 0,8 y un 1,1% de los pacientes que acuden a Atención Primaria podrían tener hipocondría.

¿CÓMO AFECTA EL ESTRÉS A LAS PREOCUPACIONES POR LA ENFERMEDAD?

El estrés NO puede considerarse una causa directa del trastorno, no obstante, sí es cierto que en las personas que tienen predisposición a padecer preocupaciones por la enfermedad, los síntomas se ven agravados en situaciones de estrés, ya sea personal, laboral, etc., y muy especialmente cuando el estrés se relaciona con procesos de enfermedad propios (aunque no sean enfermedades graves) y de personas allegadas.

SI MI MÉDICO SE ENFADA CONMIGO POR ACUDIR CON MUCHA FRECUENCIA ¿QUÉ PUEDO HACER?

Puede ocurrir que se dé una situación incómoda o conflictiva entre el profesional y el paciente que consulta cuando se acude con frecuencia a la consulta y no se encuentran hallazgos para diagnosticar una enfermedad que justifique las quejas.  En esos casos, es importante que el paciente pueda sentirse acogido en su malestar por parte del médico, que no se cuestione la realidad de sus síntomas y que se intenten explorar otros factores que puedan explicar la preocupación del paciente. Por otra parte, la persona que demanda atención debe aprender a distinguir entre la presencia de síntoma somáticos y el significado que le atribuye a estos. Debe ir aprendiendo a valorar la posibilidad de que su malestar y ansiedad pueda deberse a la preocupación de poder padecer una enfermedad grave a partir de la interpretación de sus síntomas, y no necesariamente por la existencia objetiva de esa enfermedad. También es importante comprender que tener síntomas es una experiencia normal, y que estos síntomas en la mayoría de las ocasiones no se relacionan con una enfermedad física grave.

¿CÓMO PUEDEN AYUDARME LOS AMIGOS Y FAMILIARES?

La actitud de la familia y amigos es muy importante para favorecer la recuperación del trastorno. El apoyo a la búsqueda de tratamiento por parte de los allegados es fundamental para la implicación en el mismo de los pacientes. Cuando se ha iniciado el proceso de tratamiento las personas significativas tienen un papel fundamental, primero, para comprender el grado de sufrimiento que ocasiona el trastorno y poder empatizar con él, y, en segundo lugar, para colaborar en cortar el círculo vicioso de las conductas de reaseguración.

¿PUEDE DARSE ESTE PROBLEMA EN LA INFANCIA?

Este problema también puede darse en la infancia, aunque no se conoce mucha información sobre su prevalencia. De hecho, el inicio es más frecuente en la edad adulta, tal vez, debido a que niños y adolescentes tienen que implicar a sus padres en la búsqueda de atención médica.

¿SI LOS PADRES TIENEN ESTE TIPO DE PREOCUPACIONES, LOS HIJOS PUEDEN HEREDARLAS?

Si una persona vive en un entorno familiar donde son frecuentes las conductas desproporcionadas de cuidado a la salud, este hecho puede incrementar el desarrollo de preocupaciones por la enfermedad. Tal y como ocurre con multitud de otros rasgos psicológicos. No obstante, se trata sólo de un aumento de probabilidad y, en ningún caso, una causa determinante. Lo más probable es que no se desarrolle el trastorno, no se puede considerar que las prácticas educativas de los padres sean en ningún caso una causa directa de que un niño padezca el trastorno.

¿LA HIPOCONDRÍA PUEDE DESAPARECER SOLA?

La preocupación por la enfermedad excesiva puede ser un proceso transitorio y relacionado con situaciones de estrés o períodos de bajo ánimo, y en esos casos los síntomas pueden disminuir por si solos o desaparecer. Sin embargo, si lo que se experimenta es un trastorno de ansiedad por la enfermedad, no se debe esperar a que pase por sí solo, sino que se debe buscar la ayuda pertinente, ya que causa gran malestar e interferencia y es muy probable que no remita de forma espontánea.